El pueblo que esconde el hongo de oro

2015-12-09 10:04

Sarrión, una pequeña localidad de Teruel, lidera la producción mundial de trufa

La pasada temporada se produjeron 30 toneladas, que puede llegar a venderse por unos 800 euros el kilo

 

Yolanda Azna - Zaragoza - 07/12/2015

Sarrión es un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, limítrofe con la Comunidad Valenciana, que apenas supera el millar de habitantes y que se ha convertido en el principal productor de trufa a nivel mundial. El año pasado, estas tierras azotadas por la despoblación produjeron en torno a 30.000 kilos de este preciado hongo. Mientras, en toda Francia –país que hasta ahora era la gran potencia trufera– se recolectaron unas 40 toneladas.

Sarrión llega a comercializar la práctica totalidad de la trufa que se produce en España. Cada año, de este municipio salen a medio mundo miles de kilos, que pueden llegar a venderse en el mercado por unos 800 euros. Estos días se celebra la decimoquinta edición de Feria Monográfica de la Trufa, que reúne a profesionales del sector venidos de diferentes partes del mundo y que también está abierta al público en general. Se celebran conferencias, cursos de cocina y hasta un concurso de búsqueda de trufa con perros.

La temporada pasada se recogieron en España más de 30 toneladas de trufas, el 90 por ciento en la provincia de Teruel, donde se cultivan unas 6.000 hectáreas. De ellas, 3.000 están en plena producción. Este año la cosecha ha sido notablemente inferior a la de campañas anteriores. En el caso de Sarrión, se ha recolectado un 15 por ciento menos a causa de la sequía.

Aun así, el de la trufa es un negocio rentable y al alza. En esta zona de Teruel, se comenzó a apostar por él en la década de los ochenta y treinta años después se ha comprobado que es todo un filón económico. Por eso, cada vez son más los agricultores que encuentran en la trufa la forma de garantizar la rentabilidad económica de sus explotaciones agrarias.

Así arrancó todo

Todo comenzó, a finales de los 80, con un curso que impartieron en la localidad expertos en el sector para promocionar este hongo, sobre el que gira actualmente buena parte de la economía de la comarca. Varios agricultores se animaron a hacer un viaje a Francia para ver algunas explotaciones y a la vuelta comenzaron a poner en marcha las primeras plantaciones. De eso, han pasado ya tres décadas y su cultivo no ha hecho más que crecer.

Un ejemplo de ello es Inotruf, la empresa de Manuel Doñate y Juan María Estrada. Ambos dirigen uno de los viveros de trufa más importantes de Sarrión. Arrancó en 1995 y en los últimos años han realizado una inversión de 90.000 euros para modernizar las instalaciones. Trabajan en el vivero cinco personas aunque en momentos puntuales la plantilla llega a rondar los 20 trabajadores, en su mayoría mujeres. Ellos se encargan de proporcionar las plantas a los agricultores. Hoy una planta de trufa cuesta seis euros en Teruel, siete en el resto de España y hasta ocho u ocho euros y medio en Francia o en Italia.

 

La trufa está considerada como el diamante negro del sector agrario por su precio, escasez y las dificultades para su localización. No vale cualquier terreno, se tienen que dar unas condiciones muy específicas. Aragón es una de las grandes potencias mundiales en lo que a la producción de este hongo se refiere, que crece sobre todo en la provincia de Teruel.

Se desarrolla en asociación con las raíces de determinados árboles como el roble, la coscoja, la encina o el avellano y crece enterrada en el suelo, a unos 30 centímetros de profundidad. Nace en tierras calizas, en zonas frías y sobre todo húmedas y la lluvia es clave para su crecimiento.

Otros productos de lujo

Sarrión se ha convertido en todo un ejemplo en Teruel de cómo diversificar la economía local para generar empleo y asentar la población. El cultivo de la trufa es el principal motor de desarrollo del municipio, pero además cuenta con una conservera en la que se envasan al año 50 toneladas de anchoas y boquerones. Se trata de Macana Fish.

Además, unos inversores rusos se han decidido a comprar una piscifactoría de truchas que funcionó durante 40 años en este municipio. Su objetivo: reconvertirla en un centro de cría de esturiones con los que obtener, procesar y lanzar al mercado el preciado caviar.